Al
asistir a estos espectáculos y pagar la entrada, enseñamos a los niños y
a los jóvenes la falta de respeto hacia la naturaleza y la dignidad de
otros seres vivos, porque les mostramos que es divertido presenciar los
actos antinaturales y humillantes que los animales están obligados a
hacer, atemorizados por la violencia de sus entrenadores.
Lo único que puede enseñar un circo con animales es a no respetar la naturaleza ni sus seres vivos.
Los
circos con animales se vanaglorian de ser espectáculos que enseñan
sobre los animales y sobre la vida salvaje a los niños y la comunidad.
Sin embargo, observando los hechos, lo único que pueden enseñarnos son
cómo maltratar a los animales para humillarlos. Los animales están
hechos para vivir en libertad, pero el circo les condena a una vida de
confinamiento y les obliga a realizar ridículos espectáculos para
entretener a un público, inconsciente o indiferente al sufrimiento de
los animales. Los animales en los circos llevan vidas miserables. Pasan la mayor parte del tiempo encerrados, solos, encadenados entre camiones y jaulas, trasladados de ciudad en ciudad. Su entrenamiento es violento, doloroso y abusivo, escondido de la mirada del público.
El Dr.
Melvin E. Levine, profesor de pediatría en la Facultad de Medicina de la
Universidad de Carolina del Norte y director de Centro Clínico para el
Estudio del Desarrollo y el Aprendizaje (EE.UU), advierte de los
peligros de llevar a los niños al circo. Levine, como la mayoría de los
sicólogos, cree que para los niños es vital aprender la empatía, es
decir, la habilidad para ponerse en el lugar de los otros. Un
espectáculo en que los animales son forzados a actuar para hacer un show
enseña totalmente lo contrario de la empatía. Para Levin "ciertamente,
no hay nada más cruel para un niño que sentirse avergonzado por otro
frente al grupo de pares. Igualmente devastadora es la práctica de
exponer a los animales al ridículo, la risa y la devaluación". Cuando los niños ven a los animales siendo golpeados, cosificados o humillados y deprivados de su comportamiento natural para la simple diversión de otros, sus mentes impresionables entran en riesgo de desarrollar valores sociales aberrantes. Levine desincentiva a los padres a llevar a los niños a presenciar estos espectáculos, porque en estos lugares los niños aprenden a despreciar "los sentimientos, necesidades y derechos de otros seres vivos".
En la naturaleza, los osos no montan bicicleta, los elefantes no se paran en dos manos y los tigres no saltan por placer a través de aros de fuego. Los animales nunca realizarían estos grotescos espectáculos y maniobras cientos o miles de veces al año sin una constante amenaza de castigo.
Hace algunos decenios, los circos mostraban las "aberraciones de la naturaleza", personas con deformidades físicas o mentales, que eran ridiculizadas y transformadas en objetos de
risa y burla de la sociedad. Hemos avanzado un paso y ahora respetamos y fomentamos el bienestar de estas personas, pero aún nos queda mucho por aprender y discernir.
Vestir a los animales con ropas de espectáculo y hacerlos ejecutar actos estúpidos es como arrastrar desde el pasado una pesada roca de insensibilidad y brutalidad.
Además, los circos con animales son amenazas para la
seguridad pública: los animales, al llevar una vida de estrés,
enfermedad o aburrimiento, pueden atacar al público, escaparse, morder,
provocar accidentes de tráfico, etc. Cuando los circos llegan a cualquier ciudad y pueblo, suelen invitar a los colegios para que miren a los animales expuestos como mercancías en sus jaulas o transportes. Pero cada escuela tiene una directiva o asamblea, más un centro de padres o de apoderados, cuya responsabilidad es establecer las políticas de la escuela y proveer de las mejores herramientas disponibles para lograrlas. Es desde éstas instancias donde se debería discutir qué tipo de educación y valores se mostrará a los niños, y cómo actuaremos para conseguir estos objetivos. Respecto al circo, sería buena una política clara de no visitar estos recintos ambulantes de maltrato animal.
¿Y la libertad? ¿Dónde quedó?
HAY QUE EMPEZAR A RESPETAR A LOS ANIMALES.
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