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Postmodernidad ó modernidad líquida por Bauman

Zygmunt Bauman aparece hoy como uno de los más lúcidos pensadores de un presente convulso. 
 En Modernidad Líquida Zygmunt Barman  induce a hablar de posmodernidad, ó de “segunda modernidad” o articular la intuición de un cambio radical en la cohabitación humana y en las condiciones sociales que restringen actualmente a las políticas de vida.
En Modernidad líquida, Bauman aborda su tesis central: que es que la“modernidad sólida” (capitalismo industrial, Estado-nación, partidos y sindicatos fuertes, familia patriarcal, etc.) ha dejado paso en las últimas décadas a una “modernidad líquida“, en la que todas las relaciones sociales se han vuelto fluidas e inestables.
Explora cuáles son los atributos de la sociedad capitalista que han permanecido en el tiempo y cuáles las características que han cambiado. La modernidad líquida es una figura del cambio y de la transitoriedad: «los sólidos conservan su forma y persisten en el tiempo: duran, mientras que los líquidos son informes y se transforman constantemente: fluyen. Como la desregulación, la flexibilización o la liberalización de los mercados». Bauman no ofrece teorías o sistemas definitivos, se limita a describir nuestras contradicciones, las tensiones no sólo sociales sino también existenciales que se generan cuando los humanos nos relacionamos.
La caracterización de la modernidad como un «tiempo líquido» —la expresión, acuñada por Zygmunt Bauman —da cuenta del tránsito de una modernidad «sólida» —estable, repetitiva— a una «líquida» —flexible, voluble— en la que los modelos y estructuras sociales ya no perduran lo suficiente como para enraizarse y gobernar las costumbres de los ciudadanos y en el que, sin darnos cuenta, hemos ido sufriendo transformaciones y pérdidas como el de «la duración del mundo», vivimos bajo el imperio de la caducidad y la seducción en el que el verdadero «Estado» es el dinero. Donde se renuncia a la memoria como condición de un tiempo post histórico. La modernidad líquida esta dominada por una inestabilidad asociada a la desaparición de los referentes a los que anclar nuestras certezas.
La fragilidad de los vínculos humanos.La incertidumbre en que vivimos se corresponde a transformaciones como el debilitamiento de los sistemas de seguridad que protegían al individuo y la renuncia a la planificación de largo plazo: el olvido y el desarraigo afectivo se presentan como condición del éxito. Esta nueva (in)sensibilidad exige a los individuos flexibilidad, fragmentación y compartimentación de intereses y afectos, se debe estar siempre bien dispuesto a cambiar de tácticas, a abandonar compromisos y lealtades. Bauman se refiere al miedo a establecer relaciones duraderas y a la fragilidad de los lazos solidarios que parecen depender solamente de los beneficios que generan. Bauman se empeña en mostrar cómo la esfera comercial lo impregna todo,  que las relaciones se miden en términos de costo y beneficio  —de «liquidez» en el estricto  sentido financiero.
Superfluidad y desvinculación. Bauman se vale de conceptos tan provocadores como el de «desechos humanos» para referirse a los desempleados (parados), que hoy son considerados «gente superflua, excluida, fuera de juego». Hace medio siglo los desempleados formaban parte de una reserva del trabajo activo que aguardaba en la retaguardia del mundo laboral una oportunidad. Ahora, en cambio, «se habla de excedentes, lo que significa que la gente es superflua, innecesaria, porque cuantos menos trabajadores haya, mejor funciona la economía». Para la economía sería mejor si los desempleados desaparecieran. Es el Estado del desperdicio, el pacto con el diablo: la decadencia física, la muerte es una certidumbre que azota. Es mejor desvincularse rápido, los sentimientos pueden crear dependencia. Hay que cultivar el arte de truncar las relaciones, de desconectarse, de anticipar la decrepitud, saber cancelar los «contratos» a tiempo.
Adicción a la seguridad y miedo al miedo.Nuestras ciudades, afirma Bauman, son metrópolis del miedo, lo cual no deja de ser una paradoja, dado que los núcleos urbanos se construyeron rodeados de murallas y fosos para protegerse de los peligros que venían del exterior. Nos hemos convertidos en ciudadanos «adictos a la seguridad pero siempre inseguros de ella» , lo aceptamos como si fuera lógico, o al menos inevitable, hasta tal punto que, en opinión de Zygmunt Bauman, contribuimos a «normalizar el estado de emergencia».
El miedo es más temible cuando es difuso, disperso, poco claro; cuando flota libre, sin vínculos, sin anclas, sin hogar ni causa nítidos; cuando nos ronda sin ton ni son; cuando la amenaza que deberíamos temer puede ser entrevista en todas partes, pero resulta imposible situarla en un lugar concreto. «Miedo» es el nombre que damos a nuestra incertidumbre: a nuestra ignorancia con respecto a la amenaza y a lo que no se puede hacer para detenerla o para combatirla .
Los temores son muchos y variados, reales e imaginarios… un ataque terrorista, las plagas, la violencia, el desempleo, terremotos, el hambre, enfermedades, accidentes, el otro… Gentes de muy diferentes clases sociales, sexo y edades, se sienten atrapados por sus miedos, personales, individuales e intransferibles, pero también existen otros globales que nos afectan a todos, como el miedo al miedo…
Los miedos nos golpean uno a uno en una sucesión constante aunque azarosa, ellos desafían nuestros esfuerzos (si es que en realidad hacemos esos esfuerzos) de engarzarlos y seguirles la pista hasta encontrar sus raíces comunes, que es en realidad la única manera de combatirlos cuando se vuelven irracionales. El miedo ha hecho que el humor del planeta haya cambiado de manera casi subterránea.
Mundo globalizado y policéntrico. El dominio económico y militar europeo no tuvo rival los cinco últimos siglos, de manera que Europa actuaba como punto de referencia y se permitía premiar o condenar las demás formas de vida humana pasadas y presentes, como una suerte de corte suprema. Bastaba con ser europeo para sentirse dueño del mundo, pero eso ya no ocurrirá más: pueblos que hace sólo medio siglo se postraban ante Europa muestran una nueva sensación de seguridad y autoestima, así como un crecimiento vertiginoso de la conciencia de su propio valor y una creciente ambición para obtener y conservar un puesto destacado en este nuevo mundo multicultural, globalizado y policéntrico.

5 comentarios:

  1. El postmodernismo y su versión modernidad líquida preconiza la pluralidad y el respeto a lo diferente. Enarbola las bondades de la democracia (y libertad) política y económica, pero no es otra cosa que una coartada para legitimizar las políticas neoliberales triunfantes. Debemos evitar ser coartados mediante entretenimientos y con la inagotable oferta de "pequeños relatos" líquidos. Debemos comunicarnos mediante IDEAS, no mediante ANECDOTAS. Debemos hacer el esfuerzo de reencontrarnos con nuestra conciencia, de apoderarnos de nuestra subjetividad y luego de identificar nuestros problemas reales, discutir el marco doctrinario y su implementación para resolverlos. Tomándonos nuestro tiempo con bases SOLIDAS, sin tentarnos con la FUGACIDAD del LIQUIDO entre las manos.
    Eduardo

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  2. viejo porrero corrupto, nos fundiste el pais

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  3. viejo conchudo atorrante, metete la pipa en el orto vos y todos tus aliados corruptos. Tengo mucha rabia de que viejos conchudos como este caguen la economía nacional y del FMI.
    #Vamosavolver #Baumanviejovendehumo

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