Usted afirma que nuestra época es la de lo líquido, que vivimos en la modernidad líquida. ¿Por qué?

¿Qué consecuencias tiene esta inestabilidad para la sociedad y los individuos?
El
sentimiento dominante hoy en día es lo que los alemanes llaman
“Unsicherheit”. Uso el término alemán porque dada su enorme complejidad
nos obliga a utilizar tres palabras para traducirlo: incertidumbre,
inseguridad y vulnerabilidad. Si bien se podría traducir también como
“precariedad”. Es el sentimiento de inestabilidad asociado a la
desaparición de puntos fijos en los que situar la confianza. Desaparece
la confianza en uno mismo, en los otros y en la comunidad.
¿Cómo se concreta esta precariedad?
En
primer lugar como incertidumbre: tiene que ver con la confianza en las
instituciones, con el cálculo de los riesgos en que incurrimos y del
cumplimiento de las expectativas. Pero para calcular correctamente estos
riesgos se necesita un entorno estable, y cuando el entorno no lo es
entonces se da la incertidumbre.

¿Cómo lograr un equilibrio entre ambas?
perseverar
en el intento. La seguridad y la libertad son igualmente
indispensables, sin ellas la vida humana es espantosa, pero
reconciliarlas es endiabladamente difícil. El problema es que son al
mismo tiempo incompatibles y mutuamente dependientes. No se puede ser
realmente libre a no ser que se tenga seguridad y la verdadera seguridad
implica a su vez la libertad, ya que si no eres libre cualquiera que
pasa por ahí, cualquier dictador, puede acabar con tu vida. Todas las
épocas han intentado equilibrar ambas. La idea del estado de bienestar y
las iniciativas que propició en la segundad mitad del siglo XX, como,
por ejemplo, la asistencia médica universal, surgen de una comprensión
profunda de la relación entre seguridad y libertad. Ya lo dijo Franklin
Delano Roosevelt: hay que liberar a la gente del miedo. Si se tiene
miedo no se puede ser libre, y el miedo es el resultado de la
inseguridad. La seguridad nos hará libres.
En
los últimos años se ha concentrado en el concepto de comunidad. ¿En qué
medida la seguridad va asociada a la idea de una comunidad cerrada?
Es
necesario dejar claro que no puede haber comunidades cerradas. Una
comunidad cerrada sería insoportable. Estamos demasiado acostumbrados a
la libertad para no considerar que una comunidad cerrada sería como una
prisión. Por otra parte, vivimos en un mundo globalizado y la comunidad
no se puede crear artificialmente. La sentencia: “es magnífico vivir en
una comunidad”, demuestra por sí misma que uno no forma parte de una
comunidad, porque una verdadera comunidad sólo existe si no es
consciente de que ella misma es una comunidad. La comunidad se acaba
cuando surge la elección, cuando el hecho de formar parte de una
comunidad depende de la elección del individuo. Nuestras comunidades
actuales no son cerradas, sólo se mantienen porque sus miembros se
dedican a ellas, tan pronto como desaparezca el entusiasmo de sus
miembros por mantener la comunidad ésta desaparece con ellos. Son
artificiales, líquidas, frágiles. No se pueden cerrar las fronteras a
los inmigrantes, al comercio, a la información, al capital. ¿Entonces para qué sirve el concepto de comunidad?
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