Etiquetas

Otros pensadores y opiniones sobre la cultura y la estética de nuestro tiempo‏

La profunda relación entre los rasgos antes mencionados, que a su vez constituye la materialización de un sistema económico internacional nuevo.
Al decir de Fredric Jameson , en nuestro tiempo existe una ‘dominante cultural’, donde el individuo es el principal protagonista. Las características de esta ‘dominante cultural’ son: una nueva superficialidad (se relaciona a una nueva cultura de la imagen, estética y simulacro). Un tipo nuevo de emocionalidad (‘intensidades’ basadas en lo individual hedonista y placentero). Un consecuente debilitamiento de la historicidad. Tanto en relación con la historia pública como privada. Ya no importa el futuro. Sólo el presente es relevante y algo del pasado que conviva sin conflicto.
Para Gilles Lipovetsky , en la cultura posmoderna mediante un ‘proceso de personalización’ con marcado sesgo narcisista y hedonista que acentúa el individualismo hasta el egoísmo. La consigna de este sujeto es mantenerse joven y hermoso. Se encumbra el placer y el cuerpo. Ya no se habla de dietas, gimnasias o tratamientos médicos para sentirse físicamente bien, sino para lucir un ‘envase’ o ‘envoltorio’ atractivo y lo mas joven posible.
Este estilo de vida consumista y hedonista se difunde, con el aporte de la tecnología y los nuevos diseños. La ‘estética’ ha penetrado el mundo de la producción moderna acorde a los ‘nuevos tiempos’.
La ‘imagen’ se ha vuelto un lugar clave en la comercialización y el consumo. El estilo y su representación del cuerpo son puntos clave donde se apoya el consumo de hoy.
Mas aún, a través de la publicidad, existe una proliferación de mundos que tienen sus propios ‘códigos de comportamiento’ que remiten a ciertas ‘escenas’, ‘economías’ y ‘placeres’ que sólo pueden ser alcanzados, como en un espejismo, a través del consumo. La sociedad posmoderna va más allá del consumo, sencillamente ¡lo exalta y honra!
Hoy, todo es divertido, y debe ser así, en un registro cálido y cordial: un humor ‘cool’, que requiere de espontaneidad, naturalidad y se muestra insustancial a la vez que describe un universo radiante.
Paradójicamente, con la sociedad humorística empieza una liquidación de la risa. Se empieza a disolver progresivamente la propensión de reír. Al respecto, Lipovetksy dice:
“… la personalización posmoderna cierra al individuo sobre sí mismo, hace desertar no sólo la vida pública sino finalmente la esfera privada, abandonada como está a los trastornos proliferantes de la depresión y de las neurosis narcisistas; el proceso de personalización tiene por término el individuo zombiesco, ya cool y apático, ya vacío del sentimiento de existir…” Del mismo modo que hay una disminución en los afectos, se da una mengua en la facultad de reír. ‘Una cierta sonrisa’ más cercana a la mueca permanente, sustituye la risa incontenible.
En este marco civilizatorio, concebida como valor incalculable por la propia sociedad, la juventud se ha convertido en un territorio en el que todos quieren vivir y gozar indefinidamente. Al decir de Beatriz Sarlo “… la juventud no es una edad sino una estética en la vida cotidiana…”Daniel Bell dice al respecto:
“… Los medios visuales -por los que entiendo aquí, el cine y la televisión- imponen su ritmo al espectador y, al destacar las imágenes y no las palabras, no invitan a la conceptualización sino a la dramatización. En el énfasis que las noticias de la televisión ponen los desastres y las tragedias humanas, no instan a la purificación o a la comprensión, sino al sentimentalismo y la piedad, emociones que se agotan rápidamente, y crean un seudorritual de seudoparticipación en los sucesos. Y como la modalidad es inevitablemente de superdramatización, las respuestas pronto se hacen altisonantes o aburridas…”
Sobre los efectos de este sentimentalismo mediático propuesto a través de las imágenes G. Lipovetsky relaciona a los medios con cierto potencial moralizante sobre los individuos. Al respecto dice:
“… El proceso de erosión de los deberes continúa: mientras los medios apelan periódicamente a los corazones, desculpabilizan las conciencias y trabajan, tal vez subterráneamente, para apartar a los individuos de las obligaciones permanentes de ayuda y beneficencia. El altruismo del posdeber se complace en la distancia: nos hemos vuelto más sensibles a la miseria expuesta en la pequeña pantalla que a la inmediatamente tangible, hay mas conmiseración hacia el semejante distante que hacia nuestro prójimo cercano. La caridad de los medios no culpabiliza, no da lecciones de moral, conmueve mezclando el buen humor y los sollozos contenidos, las variedades y los testimonios íntimos, las hazañas deportivas y los niños impedidos. No ya una moral de la obligación sino una moral sentimental mediática…”
Estos modelos y valores, de una forma u otra, son los imperantes en los productos culturales actuales: La seducción, el goce, el placer y el culto al cuerpo están en primer lugar junto a la habilidad para el deporte, la audacia, la fantasía, la diversión en un individualismo exacerbado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario